El Vero está jalonado por pequeñas ermitas, la mayoría de una arquitectura sencilla, de carácter popular, muestra de la devoción que sacraliza determinados parajes. Destacan la de la Virgen de la Sierra (Bárcabo), las de San Gregorio y el Pilar (Alquézar), la de los Santos Fabián y Sebastián (Radiquero), San Juan (Buera), San Macario (Pozán de Vero), San Fabián (Castillazuelo) y Virgen de Viña (Adahuesca).
Muestra de los eremitorios rupestres conservados en el Alto Aragón es la ermita de San Martín (Lecina) en la confluencia del barranco de la Choca con el Vero, en un espectacular enclave. Es de origen románico y está construida bajo un abrigo calizo. Presenta una nave única rectangular con ábside semicircular.
Entre el cañón del Balced y el río Vero se levanta a más de 1000 m de altitud la ermita de Santa Marina en Las Bellostas. Es una construcción de 1883 realizada con mampostería y cubierta con losa a dos aguas. Cuenta con planta rectangular con la cabecera recta orientada al este.
La puerta se encuentra cerrada por una pieza monolítica de arenisca, en cuya parte inferior se observa un arco tallado que se apoya en jambas de sillares de labra tosca. En el arco se aprecia un relieve inciso que representa una estrella inserta en un círculo.