El fuego es un elemento esencial en buena parte de las fiestas invernales. Su origen se remonta a antiguos ritos paganos asociados a la purificación.
Una de las festividades más populares es San Fabián y San Sebastián, el 20 de enero. Se prenden grandes hogueras en torno a las que gira la fiesta. La celebración en honor a estos santos, abogados contra la peste, se realiza en lugares que sufrieron fuertes epidemias y pedían su intercesión para que no se repitieran.
El fuego es también protagonista para San Antón (17 de enero), la Noche de San Juan (24 de junio) o San Ramón en Barbastro (21 de junio). La Noche de San Juan, fiesta mágica del solsticio de verano, es soporte de diversos rituales asociados al agua y el fuego y de creencias en seres mágicos como las moras o encantarias.
En torno a las hogueras se arremolinan niños y adultos, se comen patatas asadas y embutidos, se alegra el alma con los deliciosos vinos de la tierra y se baila al ritmo de las músicas tradicionales.