Entre Alquézar y Barbastro, el río Vero discurre por un valle amplio y fértil, dominado por litologías blandas, como areniscas, margas y arcillas. Este hecho ha permitido la formación de diversas terrazas fluviales y el aprovechamiento del terreno para el cultivo de olivos, cereal, vid y huertas. También presenta las condiciones idóneas para el trazado de las vías de comunicación y en el asentamiento de los núcleos de urbanos.
En las orillas del río Vero se desarrollan los sotos ribereños, esenciales para la conservación de las orillas y cobijo de numerosas especies ligadas al agua.
Alejados de los cursos fluviales y en zonas no cultivadas, existen pequeñas masas boscosas de carrascas y quejigos, perfectamente adaptados al clima mediterráneo imperante en la zona.